Opinión

De campaña

De campaña
Hace uso años, el PSOE indicó unos deberes de lengua a sus candidatos y no era otra cosa que analizar el libro “No piense en un elefante” del lingüista  George Lakoff.  Este  explicaba en este texto que la ultraderecha ganaba porque se hacía con «el relato». 

El truco es poner nombre a los grandes temas, de tal forma que esas palabras  se metían en nuestros subconscientes y llegaban a influir en nuestro comportamiento. A quién no le suena 'ETA' como el gran relato de ciertas formaciones.

Ciertamente, no parece que el fenómeno que nos describe Lakoff sirva para mucho más que para movilizar  a quienes ya están movilizados  porque no resulta fácil pensar que toda la población esté obsesionada por una banda que se extinguió hace muchos años.

Sin embargo, es cierto que existe una parte de la población  que es más sensible a dejarse embaucar por la peculiar sonoridad de algunas palabras, ya que descifrar argumentos es considerablemente más difícil. Nos repiten los mantras todos los ministros y altos cargos y empezamos a repetirlo. Este es el sistema.

Así, por ejemplo, ser autónomo se asocia al “esfuerzo” y a ser emprendedor. Al tiempo que también se asocia a todos los impuestos que pagan. La realidad es que quienes trabajan por cuenta ajena pagan muchísimo más, pero contra el «relato» poco puede hacerse en quien no está dispuesto a comprobar un simple dato.

Pasa también con otros términos. Por ejemplo, el de la necesaria “colaboración público-privada” para sacar  adelante determinados proyectos cuando , normalmente, es lo público quien pone el dinero y lo privado quien se lleva el beneficio . Pero tiene buena prensa y queda muy bien  por aquello de la palabra «colaborar».

Nunca se debemos olvidar que Lakoff es un lingüista y el suyo  un manual de autoayuda para tratar de ganar elecciones utilizando bonitas fotografías  hechas con palabras. Pero tras la belleza lingüística no tiene por qué haber justicia o dignidad para las personas. Porque acabar con la pobreza y con la marginalidad, de la que estamos sobrados, requiere que las palabras se traduzcan en hechos. Y como dijo otro lingüista no menos famoso: una cosa es predicar y otra dar trigo.