Opinión

La vivienda

La vivienda

Tres años ha tardado el PSOE en darse cuenta de que la vivienda presenta un grave problema de mercado en España. En realidad, son más de uno.

A grandes trazos, se pueden enumerar los siguientes: 1) el precio del alquiler se ha disparado en algunos lugares; 2) en otros falta vivienda de promoción pública; 3) también hay puntos donde se acumulan los pisos vacíos -ya sea por promociones inacabadas o sencillamente porque los dueños esperan tiempos mejores para venderlos a precios que no sean a pérdidas- y 4) finalmente está el asunto de la okupación, que precisa de retoques legales para evitar que la preocupación ya existente -y justificada- derive en una histeria general.

Casi todo eso parece que quieren resolverlo ahora, en el tramo final del mandato, socialistas y Unidas Podemos. Y digo “casi” porque es verdad que nada ha dicho hasta el momento Pedro Sánchez del asunto de la okupación y si finalmente no lo tiene presente, se equivocará una vez más. Una cosa es sostener que no es el primero de los problemas de este país y otra es meter la cabeza en la tierra y no querer ver la realidad. Pero así empezaron PSOE con el asunto de la ley del 'solo sí es sí' y ya sabemos cómo ha terminado el asunto...

Con el poco tiempo que queda de legislatura, difícilmente las soluciones de urgencia tendrán efectos inmediatos. Ni siquiera con ese anuncio de 50.000 viviendas que saldrían de hoy para mañana al mercado y que formarían parte de la bolsa inmobiliaria de la Sareb. En Moncloa lo saben pero estamos en la fase preelectoral, esa en la que la prioridad es lanzar un par de promesas y dar la sensación de que hay sensibilidad ante los problemas.

En un país descentralizado como es este, las políticas de vivienda pasan en gran medida por las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Los dos tienen mucho que decir, pues los dos cuentan con resortes para actuar y, sobre todo, para quitar o poner trabas a los promotores de vivienda. Del tipo que sean. Por mucho que el Gobierno central pudiera acertar con un cambio legal, sus efectos prácticos quedarán matizados siempre por la normativa autonómica, como también es evidente que las tensiones inflacionistas en el precio del alquiler no son igual en un destino turístico que en la España vaciada.

No se trata de aferrarse al principio de que el mercado se regula solo, porque ya estamos viendo que no es así. Lo que toca es ser realistas y evitar promesas que solo conducen a la decepción.