Opinión

Salto al vacío

Salto al vacío

Tras ser investido con 179 votos a favor y 171 en contra, Pedro Sánchez ultima un nuevo Gobierno de coalición integrado por ministros del Partido Socialista y Sumar. Arranca un ciclo político marcado, en paralelo, por una multitudinaria contestación en las calles, como pudo verse este sábado y también en días precedentes, con un rechazo frontal a la amnistía a los implicados en el 'procés' y a otras concesiones a los independentistas a cambio de su 'sí' en la investidura.

Sánchez tiene la legitimidad de los votos en el Congreso, como también está legitimada la oposición para exhibir en calles y plazas su rechazo siempre que para ello se sigan los cauces legales .

En el pleno de esta semana quedó en evidencia el salto al vacío que da voluntariamente Pedro Sánchez. Los partidos que han hecho posible que renueve en La Moncloa dejaron constancia expresa de que sus condiciones no son papel mojado ni brindis al sol. Junts, ERC y también Bildu y el PNV no se dan por satisfechos con que se haya registrado ya la proposición de ley de la amnistía y, en el caso de los partidos vascos, que se hable de un mayor techo competencial y un blindaje aún más caro del Cupo, sino que exigen la materialización de esos compromisos por vía de urgencia y con un aviso claro: no apoyarán leyes clave, como los presupuestos estatales, si Sánchez titubea.

Pero ese salto al vacío es doble: el presidente conformará un gabinete con un socio -Sumar- que ya está viviendo su primera crisis. El pulso entre Podemos y Yolanda Díaz ofrece estampas tan poco edificantes e impropias de una izquierda que presumía de que tener cargos no era la prioridad como la trifulca a cuenta de si habrá un ministerio para el partido morado y quién pone el nombre de la persona que lo ocupará.

Con estos mimbres, este cesto gubernamental no da a priori imagen de cohesión y menos aún confianza en su estabilidad. Ni siquiera a corto plazo. Y esas dudas trascienden las fronteras de España, con agencias de calificación como Moody's advirtiendo ya del riesgo para el crédito de la deuda española.

Así las cosas, es inevitable preguntarse si Sánchez podrá salir airoso de este salto al vacío. Su capacidad de resistencia y su facilidad para cambiar de discurso son indiscutibles, pero una cosa es lo que interesa a quien gobierna y otra muy diferente lo que conviene al país.