El caso que comento es de una señora, profesora de Instituto, quien acudió a su médico de cabecera, con dolor de garganta; entendió el facultativo que se trataba de una faringitis, y le recetó paracetamol.

Días después y con pruebas que se le efectuaron, lo que presentaba en realidad era una neumonía bilateral, de origen desconocido; llegó a empeorar, teniendo que ser inducia al coma, y poco después, la amputación de brazos y piernas, para poder sobrevivir.

Esta señora ha tenido que financiarse prótesis, con sus propios ahorros, ya que si bien se financia por la Sanidad pública, debía encontrar unas que se ajustaran a su caso. En la actualidad, se encuentra inmersa en reclamaciones administrativas, para lograr se le indemnice, debiendo ser ésta millonaria, teniendo en cuenta que su estado proviene de un error de diagnóstico, su edad –persona joven- y estado en que ha quedado como consecuencia de esa negligencia.

Entiendo que las Autoridades sanitarias, no deben oponerse –como es habitual- a abonar cuanto corresponda, ya que, este fallo achacable a un mal funcionamiento de la Sanidad pública, le ha cambiado la vida por completo.