Opinión

Lo que faltaba

Lo que faltaba

Lo que faltaba. A la crispación y a la polarización que llevan años enrareciendo la convivencia política en este país se le suma el serio peligro del que ya alertan algunas encuestas. Hay muchos jóvenes en España que no les hacen ascos a sistemas totalitarios.

Un trabajo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) reveló semanas atrás que uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 34 años no considera que la democracia sea preferible a cualquier otra forma de gobierno.

Pero es que otro sondeo, mucho más reciente, en Cataluña, apunta a que un 22,6% de personas de entre 16 y 24 años y un 17,8% de entre 25 y 34 prefieren tener un nivel de vida adecuado en un país no del todo democrático que al contrario.

Los datos, de ser ajustados, son como para echarse a temblar. La tentación facilona es cargar contra la juventud y su posible ignorancia, que haberla, hayla. Si hubieran vivido una dictadura, del tipo que sea, fascista, comunista, al estilo de Putin o de China (son todos el mismo perro, pero con distinto collar), o se informaran de lo que implica, eso sí, en fuentes adecuadas, otro gallo cantaría...

Sin embargo, el nudo gordiano aquí está en descifrar las claves de su desapego y en ponerles remedio. Tampoco hay que ser muy listo para saber que sus males, desde un desempleo en porcentajes insultantes a las dificultades de acceso a una vivienda o la falta general de expectativas de futuro, son el caldo de cultivo ideal para convertirse en blanco fácil de los discursos populistas y demagógicos, buena parte de los cuales, por cierto, coquetean con los autoritarismos.

O los Estados se aplican con los más jóvenes y les blindan ante cantos de sirena tan tóxicos o, paradójicamente, harán de su futuro el pasado que muchos no queremos.