
SECCIÓN DE POESÍA SOBRE LA ACTUALIDAD INFORMATIVA
El olor del hambre
Huele a crema solar y a indiferencia,
a gasolina, a tierra, a invernadero,
huele a mota de polvo en la conciencia,
a Netflix, a ceguera, a vertedero.
A empaste de coltán, huele a solvencia,
a prurito y remilgo al extranjero,
a delito sin pena ni sentencia,
a “¿me pone otra copa, camarero?”.
Huele a no me interesa, no te escucho,
eres sólo un fugaz teledïario
que hace ruido detrás de mis problemas.
Huele a nada y es mucho más que mucho…
Ojalá se haga al fin lo necesario
aunque sea por medio de un poema.
Y se nos queda el aire en las narices
y el hacer se deshace entre las manos;
olvidamos que el mundo es ser hermanos
y que chuecas están las directrices.
Y vivimos soñando con perdices,
obviando los milagros cotidianos,
jugando a ser quizá menos humanos
sin querer ver que sí somos felices.
Y oliendo a esclavitud reformulada,
Chanel número cinco a borbotones,
oliendo a dura vida y puta suerte,
Europa, vieja, rica, envenenada,
resulta la mejor de las opciones
porque el olor del hambre aún es más fuerte.