Ayer, coincidiendo con el comienzo de la Feria Internacional del Turismo (FITUR), cuarenta y cuatro trenes procedentes de Andalucía estuvieron parados más de cinco horas a consecuencia de un problema de una catenaria debido al mal tiempo.
Digámoslo claro y ahorrémonos la vergüenza de tanta hipócrita . No todos somos iguales porque dependemos del azar de donde nos nacen. Porque no nacemos, sino que nos nacen. Sin que importe nuestra opinión en absoluto, sin que cuente el azaroso lugar de la Tierra en nuestro currículum ansioso de méritos.
La mayoría de los institutos de opinión, a cinco meses de las elecciones municipales y el doble para las generales, certifican (a excepción del CIS) que el Partido Popular va por delante del Partido Socialista en intención de voto.
Nunca me gustó que para protestar contra este o aquel Gobierno se convocase al personal a rodear la sede una asamblea legislativa. Como tampoco me agrada que haya otros poderes que cuestionen las competencias legislativas de las cámaras que representan la soberanía popular.
Determinadas encuestas nos lanzan cuando hemos usado un servicio el titular: “Tu opinión nos importa”. Está claro que es un titular incompleto porque debería añadir: “Tu opinión nos importa un bledo”.
Si nos retrotraemos al año 2000, tenemos que hacer abstracción de las plataformas de televisión, del 'boom' de las series e, incluso, del WhatsAp. En casi cada casa había un teléfono fijo, pocas familias disponían de conexión a internet y seguíamos escuchando música en la radio o en aquella cosa a la que llamamos CD. Hoy día tanto los CD como los discos de vinilo están calificados como instrumentos de auténtico culto.
En las últimas jornadas del año pasado superamos el Día de los Inocentes y ello nos sirve para percatarnos de lo difícil que resulta diferenciar una broma, una inocentada, de cualquier perogrullada que vociferen desde una falsa progresía.
El Covid otra vez, peligrosas guerras internacionales, desmembración de España, he aquí tres factores que están presentes en nuestras vidas. Quien me esté leyendo no me podrá decir que soy un catastrofista, porque hay que llamar a las cosas por su nombre en lugar de salir por peteneras que eso sí es triste.
Como el virus de la gripe, sus familiares del Covid han llegado para quedarse. Y lo que llegará. Son enfermedades de la globalización, provocadas o naturales, ahí están y seguirán estando, ahora con una propagación mayor que en otras fases de la Historia.
Me miré tanto al espejo que me di cuenta de la mala leche del tiempo. Lo malo de hacer balance cuando finaliza un año es que casi no recuerdo nada de lo hecho a lo largo del año, sobre todo lo de los primeros meses
Si tuviera la oportunidad de hacerle preguntas al presidente del Gobierno, sería fundamentalmente una: si todo va estupendamente, según usted y sus ministros, ministras, ministres y menestras, ¿a qué vienen tantas limosnas?
No ha sido este uno de los mejores años de mi vida, porque se han producido problemas de salud importantes, y también han surgido otras dificultades que se unían a las consecuencias de la pandemia (ahora le dicen poscovid), y el ambiente general de la crisis, la inflación y esa guerra que han montado unos pocos en la que están sufriendo muchos, y que nos afecta.
En estos tiempo extraños. En esta Navidad con miedos que estamos viviendo en la que nos dicen a diario que hay que salvar la Navidad. Pero la Navidad se salva sola porque es, ante todo, un misterio de infancia.
Sin descartar el tiempo y los afanes comerciales, la Navidad comienza allá por Santa Cecilia que es cuando se iluminan las calles de nuestras ciudades.
Debo ser yo muy crédulo pero la verdad es que pensaba, creía y confiaba plenamente en que en seno de la Unión Europea todo era transparencia, controles y mecanismos para poner a raya cualquier atisbo de corrupción. Estaba convencido que todo lo referido a las instituciones europeas era rectitud y buen hacer.
El clima irrespirable que envuelve desde hace años el debate político parecía haber llegado a la degradación máxima. Pero, a pesar del espeso fango en el que chapotea, aún estaba muy lejos de hacerlo.
Imagino que aún lo recordarán. Entre los mensajes o ideas que comenzaron a lanzarse durante el confinamiento decretado a nivel mundial para frenar la pandemia de la covid-19 figuraba aquel que decía que los que sobreviviéramos esta magna crisis sanitaria saldríamos mejorados.
Que la pugna política puede ser bronca y desagradable es algo que debe asumir quien se dedica a ella. La falta de argumentos se sustituye en muchas ocasiones por el insulto y la ya clásica lista de falacias que la filosofía tiene tipificada hace ya bastante tiempo.